¿Qué es la Técnica Metamórfica?

La verdad es que creo que es la pregunta que todos nos hacemos la primera vez que escuchamos hablar de esta técnica… y a veces hasta después.

Creo que tuve suerte. Cuando yo formulé la misma pregunta Fernando Cavestany me dijo: “mejor lo pruebas y lo sientes por ti misma”. En ese momento no sabía que había hecho lo mismo 20 años atrás con Mª Carmen Boira y que ambos me mostrarían la técnica de la transformación, de la  metamorfosis, de primera mano.

No voy a contaros  que la técnica metamórfica es una técnica vibracional catalogada como terapia manual. Este tipo de definición la encontráis fácilmente. Si queréis, podéis mirar en la página web de Mª Carmen donde encontraréis una definición más formal.

Aquí prefiero escribiros lo que me pedís en las sesiones. Un diálogo abierto a cualquier persona que conozca, o no, este mundo holístico. Y esta es la historia de la técnica metamórfica.

Hace más de 50 años Rober St John trataba como reflexólogo podal a una niña de 18 meses con síndrome de Down, sin ver los resultados que esperaba con este tratamiento. Un día empezó a acariciar el pie de la pequeña, (quién se puede resistir a acariciar los piececitos de un bebé) sin embargo, mientras lo hacía se fijó en que la mirada de la niña había cambiado, se transformaba.  Descubrió que justamente estaba acariciando la zona refleja de la cabeza y de la columna situada en el lateral del pie. De esta manera siguió probando durante días observando mejorías en la niña, incluyendo en su respiración (ya que sufría una fuerte congestión pulmonar) y en su descanso. Las transformaciones estaban sucediendo. Con el tiempo decidió acariciar las mismas zonas reflejas en las manos y la cabeza, viendo transformaciones cada vez más importantes, incluso en el físico de la pequeña ya que llegó a su adolescencia sin los rasgos característicos del síndrome de Down. Durante sus investigaciones Robert probó esta experiencia en autistas, en enfermos crónicos, en accidentes, en traumas físicos y/o emocionales... Con su experiencia fue comprobando cómo las personas tratadas con la técnica metamórfica no sólo mejoraban físicamente, sino que tenían otra actitud ante la vida, más positiva, más activa y con mayor fuerza de recuperación e incluso de regeneración.

¿Cómo puede suceder todo esto?
Realmente nuestra naturaleza es estar sanos. Y como cualquier cosa que es natural, innata, está grabada en nuestras células como algo instintivo. Nosotros tenemos esa información en nosotros y la capacidad de sanar también aunque lo olvidamos. Hace años se pensaba que muchas enfermedades eran incurables, sin embargo hoy en día no sólo se curan, si no que incluso algunas han desaparecido. Creo que la medicina tradicional está evolucionando y como tal, va cambiando.
Lo que ayer no era posible, hoy lo es.
Hoy nos dicen que uno de nuestros órganos no puede regenerarse, quizá mañana descubran que sí.

La información de nuestras células es poderosa y ha absorbido toda nuestra vivencia incluso antes de la concepción.
En el vientre materno, entre la tercera y quinta semana, comenzarán a desarrollarse en el bebé el corazón, el cerebro y la médula espinal. La médula ósea va a formar las células sanguíneas desde, aproximadamente, la semana 18 hasta nuestra muerte. ¿No crees que esas células deben de llevar información?

Sabiendo que los puntos reflejos que comenzó a tratar Robert correspondían a la cabeza, columna e ilíaco y que nuestra médula espinal está recogiendo información desde antes de nacer y creando células hasta nuestra muerte, creo que es fácil asociar ambos datos y comprender cómo al catalizar ciertos puntos de nuestro cuerpo podemos recuperar esa información sanadora que habíamos olvidado.
Si unimos a esto que somos mucho más que un cuerpo físico, que nuestras emociones nos afectan incluso haciéndonos enfermar, que nuestra energía interactúa con nuestro entorno, que somos un conjunto al completo y que cualquier problema o enfermedad afecta a todo ese conjunto, no es de extrañar que si nuestro ser recuerda, si nuestras células nos muestran el camino, podamos sentirnos mejor, más a gusto con nosotros y sanar la enfermedad que, a veces, no deja de ser un mensaje que te da tu cuerpo porque no sabe otra forma de hablarte, sobre todo cuando hace tiempo que no te escuchas.

De todas formas, aún con todo esto, me gustaría decirte lo mismo que me dijo Fernando: mejor ven, lo pruebas y lo sientes por ti mismo.

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